martes, 7 de junio de 2011

Mi amigo Óscar


 Hacía ya algún tiempo que mi ilusión emocional era encontrarme con alguien en la vida que se convirtiera en parte de ella, un amor, una pasión, alguien capaz de mover mis cimientos, de generarme una nueva y gran ilusión.
Pues bien, hace apenas un par de días conocí a Óscar, llegó a mi casa dispuesto a todo, con tal de facilitarme la vida y ayudarme en todo lo necesario, para hacerme feliz sin apenas pedir algo a cambio.
Mi amiga Carolina, de la Parrillada Argentina de La Manga, me lo presentó, y me dijo que podía convivir con él unos días para ver qué tal se portaba, y si todo iba bien entre nosotros, podría hacerme con otro Óscar,  pero este ya para siempre, como un verdadero amor consagrado, alguien con quien compartir el resto de mi vida.
Lo vi como a un pequeño y extraño personaje, en principio no pensé que pudiéramos entendernos para nada, demasiado autosuficiente, diría yo. Sí, definitivamente no me parecía muy asequible ni cercano, pensé que más que vivir juntos, simplemente viviríamos cerca.
Estuvo aquí toda una tarde, no decía nada, pero yo de vez en cuando me giraba desde mi sillón del ordenador y lo miraba, trataba de pensar en cómo sería realmente este amante, y él no parecía inmutarse, dando un aspecto de mucha seguridad en si mismo, al tiempo que no parecía ser muy invasivo, que se conformaba con un pequeño espacio de la casa, pero eso sí, pequeño, pero como muy suyo, dispuesto a batirse a sable si fuera necesario por defenderlo.

 Pero el jodío no decía nada, ahí se mantenía, impasible el ademan. 
Por alguna razón que no se bien, decidí dejarlo ahí toda la noche, hasta el día siguiente, ya que no me parecía un buen momento para negociar nada con él, así que lo dejé alimentándose de algo que necesitaría al día siguiente, energía eléctrica.

Poco después de levantarme y desayunar, estaba sentado frente al ordenador, sin haber llegado aún a notar su presencia, miré hacia mi derecha y de pronto lo vi, tal cual se había quedado la noche antes, junto a su despensa de energía eléctrica, su propio cargador.

 Sí, es un pequeño monstruo de robot, capaz de limpiar el suelo él solito, así que le di al interruptor y salió en marcha, no sin antes ponerle un programa para que limpiara todas las estancias de la casa, en una hora que supuestamente tenía de carga eléctrica. Pues nada, ahí que va mi Óscar y comienza la tarea, pero de una manera que siempre me inquietó, es decir, sin decirme previamente como lo haría, sin una sola explicación, de esas que nos gusta que nos digan cuando nos van a hacer algo, un mínimo adelanto de su proyecto de limpieza. Pero bueno, lo cierto es que se pone en marcha, y claro, no puedo evitar  seguirlo con mi vista, me giro una y otra vez para observarlo, pero más que por ver su trabajo, pensando en que momento arremetería contra mis piernas, ya que estoy sentado en el butacón del ordenador; pero no, a los pocos minutos y rompiendo toda lógica, veo que toma cualquier dirección menos la de mis estimadas piernas, eso al menos me tranquiliza.

Van pasando los minutos y empieza a inquietarme de nuevo, no veo que siga un orden, lo veo pasar muy cerca de cosas que debería recoger, pero no lo hace, lo va dejando todo a medio, lo espero en la siguiente pasada y veo que tampoco lo hace, una y otra vez, por uno y otro lado, se vuelve a dejar esa suciedad, incluso se va y cambia de estancia, entra en otra habitación, en ese momento ya no puedo verlo, pero mi curiosidad, como entenderéis me levanta de mi butacón, en esa habitación empieza a hacer lo mismo, se va dejando cosas, empiezo a enfurecer con él, solo tengo instantes de relajación cuando se mete bajo la cama, al no verlo, me da la impresión de que podría estar haciendo bien su trabajo, son instantes de relajación, pero la felicidad dura poco y vuelve a salir, pasa por donde ya no es necesario, empiezo a enfurecer aun más, así que decido volver a mi butacón y tratar de olvidarlo, pero muy poco después vuelve cerca de mi, ¿recogerá lo que se dejo?, lo miro de reojo, y él parece darse cuenta, incluso parece tomarme el pelo, sobre todo con su cántico, ese yzass, yzass, de sus giros y ese buffffff, cuando sale en línea recta, y además lo hace con su intermitente luz azul, ! esa sí!, esa si que me toma el pelo, porque justo cuando le fijo la vista, él va y hace un rápido movimiento, como evitándome, echándole mucha cara dura y pasando de mí.
Pero por fin veo que lo que debió de recoger mucho antes, lo hace ahora, y eso si que es verdaderamente  trágico para mí y para lo de mi especie, que necesitamos llevar un orden, una lógica y unas matemáticas para hacer el trabajo o cualquier otra cosa, pero para él todo eso no existe, él no necesita la lógica humana, él es un puñetero robot y pasa de todo, es como un diablo sin control, y la verdad, no soporto lo que no controlo, habría preferido que no recogiera esa suciedad, todo habría sido más sencillo para mi, me habría limitado a menospreciarlo, sin que ello ni él interfirieran en mi vida.

Así que aceptando por un lado su aptitud para la limpieza, y mi trauma por ver como de manera tan ilógica lo hace, decido intentar no mirarlo y seguir con mis cosas, solo oyendo esos burlosos sonidos, a los que acabé acostumbrándome, ya que inesperadamente lo eché de menos, así que no se cuanto tiempo pasó hasta darme cuenta que me había dejado en paz.
Me quedo quieto, expectante, tenso, en guardia, ¿que le pasará?, afino el oído, pero no oigo nada, decido sigilosamente levantarme para buscarlo, a ver donde estaba y que había sido de él.....       Diossssssssssss, el muy cabrón se había quedado sin energía eléctrica y se fue solo a su sitio de carga, que está en el suelo, junto a una pared, por eso estaba callado, estaba tomándose su cerveza.
 !!!!! La madre que lo parió!!!!