Realmente, los políticos no solo nos van eliminando
libertades y manipulando cada movimiento de nuestras vidas, sino que
además lo disfrutan, es una exaltación
de su instinto sádico y represor. Hay muchos ejemplos de ello, pero no se
podrían enumerar en tan solo unas líneas, el cómo lo van haciendo
progresivamente y sin que nos demos cuenta, hasta el punto de que incluso
defendemos dicha manipulación, porque previamente y mediante campañas publicitarias
nos fueron convenciendo de su beneficio, (a unos más que a otros, claro).
La campanilla, se empezó a engendrar allá por los años
setenta, fue una larga gestación, pero llegó a nosotros con mucho peso y salud,
se hizo su sitio, y ahora la vemos perfectamente ubicada y empadronada en
nuestra sociedad, con un derecho incuestionable y asumido como un gran
beneficio para nosotros y nuestra seguridad; ella está diseñada para ser un
incordio, impertinente y molesta, pero son tantos los beneficios de los que nos
han hablado, que ni nos la cuestionamos (como tantas otras putadas). Sí, me
refiero a la campanilla que te recuerda que no llevas el cinturón de seguridad
puesto en el coche. Según qué modelo y precio del coche en cuestión, esta será
más o menos molesta, como siempre, y desde ese instinto represor, que aumenta a
medida que se dirige hacia los más pobres o débiles de esta sociedad.
La idea política es tan Maquiavélica, que no solo te obligan
a ponerte el cinturón, (bajo multa), sino que además obligan a los fabricantes
a incorporarles la campanilla para que esta te torture, si no no te lo pones; pero no se queda eso ahí, su instinto mezquino
es tal, que incluso obligan al fabricante del coche a que cuando trates de elevar el sonido de la
radio para tapar el de la campanilla ¡¡¡La muy hija de puta, o hija de político,
también aumenta su sonido!!!
(Y todo eso ocurre dentro de MI coche)