Siempre he callado sobre el tema de Cataluña, quizás porque
ya hay mucha gente opinando, quizás por evitarme enfrentamientos, quizás porque
ya todo el mundo tiene su propio e inamovible criterio, o puede que por
algo aún más consistente, y es pensar
que mi opinión importa una mierda a los demás.
Sin embargo, mis sensaciones no tienen porqué quedarse en la
parte interna de mi piel, es decir, mi propia frontera.
Así que he decidido aportar mi pequeña bombilla de bajo
consumo y dar mi opinión.
Mucho habla el gobierno de democracia y constitución, pero
la base de una democracia es la participación, y su símbolo el referéndum, y en
ningún caso un referéndum puede ser inconstitucional, lo que si puede dar es un
resultado que se de frente con la constitución, y siendo así, debería llevar a
un cambio automático de dicha constitución.
A partir de aquí, el gobierno español para nada está siendo
democrático, simplemente trata de aferrarse a una constitución, que con toda
una serie de bloqueadoras leyes, es capaz de impedir el principio democrático.
En cuanto a Cataluña.
Partiendo del derecho de cualquiera por su independencia en
cualquier apartado; familia, trabajo, lugar de residencia, e incluso de
segregación nacional, no puedo en este
caso entender el interés en esa independencia, pero sí el de políticos locales
como herramienta de manipulación a un pueblo que no tiene esa necesidad ni
razón que lo justifique, de hecho y pese a la gran campaña llevada a cabo,
apenas han tenido un tercio de catalanes dispuestos a creer en esa idea, (y sin
un recuento serio)
En Cataluña no veo una razón o derecho histórico para ello,
solo una peligrosa veleidad por parte de unos irresponsables que quizás no
alcanzan a ver hasta donde podrían llegar las consecuencias.
La tendencia en Europa es la unificación, y razones no
faltan, cuando ves que hay grandes países con los que competir. De hecho, cada
vez que hay un intento de segregación en un país, desde fuera, de una u otra
forma se apoya, es una lógica, (Cuanto más pequeños sean los demás, más poderoso
seré yo).
Así pues, no creo que unos politiquillos de turno, bastantes
de ellos acusados de corrupción, tengan derecho alguno a mover los cimientos de
la historia de España, puesto que no es un clamor popular, sino populista.