Los liderados
Hay
infinidad de calificativos para definir las variantes sociales en las que
enmarcar a cada individuo, generoso, egoísta, sociable, insociable, extrovertido,
introvertido, de izquierdas, de derechas, honesto, deshonesto, sumiso,
prepotente… Y así sucesivamente.
Entre ellas
hay una especie muy abundante pero discreta, difícil de acusación alguna, pero
muy destructiva, esta abundante especie son “los liderados”
Durante
muchos años se ha intentado observar que causas hacen que la maquinaria social
no tenga un funcionamiento correcto, siempre se pensó en grupos o personas que
extorsionan la armonía; corruptos, delincuentes, hipócritas, mentirosos,
insolidarios, etc. Ciertamente estas especies sociales generan extorsión, pero
es posible aislarlos o desactivarlos para minimizar sus daños al resto de la
sociedad. No es complicado reconocerlos, y tener identificado al enemigo
siempre fue un buen punto de partida para tomar medidas contra él y evitarlo.
Teóricamente se lucha cada día contra ellos, mediante el recurso de la justicia
en unos casos, o con el simple rechazo en otros.
Pero los liderados, ¿Qué ley infringen? Pues como
tales, ninguna. Sin embargo sus actitudes sí que pueden llegar a ser obsesivas,
violentas y perjudiciales para nuestra sociedad, como por ejemplo, seguidores
de un líder político de actitudes extremas, hinchas de un equipo de fútbol, o
fieles seguidores de cualquier “tirano-líder” que les llevará a cometer el
delito o la denigración.
Sí, hay
muchas clases de liderados, sin
embargo yo quisiera señalar a los más cercanos, esos que cada día están entre y
junto a nosotros, quizás los menos perceptibles y comentados como tales, pero
lo son.
Se trata de
gente conocida, amigos; pero peligrosos amigos dispuestos a venderte cuando se
trata de quedar bien con otro amigo, que le supone el verdaderamente importante
para él, no porque le tenga un amor especial, sino porque lo considera
importante, no solo más que tú, eso sería lo de menos, sino más importante que
así mismo.
Estos liderados acaban creando un clima
imposible para quienes tienen dignidad y amor propio, ya que en presencia del
líder solo dicen o hacen para él, hasta tal punto que acaban inconscientemente
menospreciando al resto, dejándolo en una especie de segunda categoría.
Todo eso
hace que el líder cada vez lo sea más, irá aumentando su prepotencia, su tono
de voz, tratará siempre de ponerse en el centro de la mesa, intentará situarse
en el centro de una foto de grupo, y no por saber que las fotografías tienen
una deformación geométrica en los extremos, se pondría en el centro aunque por
ello saliera más gordo. Todas esas pequeñas actitudes las hace para afianzarse,
ya que su condición de líder suele venir de algún tipo de relucientes galones;
no de méritos naturales, de ahí que en realidad tenga sus dudas sobre sí mismo;
lo que ocurre es que los liderados no lo saben.
En realidad
la capacidad del líder apenas llega un poco más allá que la del
liderado, pero esa pequeña ventaja la explotará de tal manera que parecerá
mucho mayor, hasta el punto de convertirse en una especie de Dios local.
-El líder
suele ser acertado y ocurrente, se le ríen todos los chistes, (los malos
también)
-Se le
aceptan y firman todas sus teorías, (la malas también)
-Se acude a
sus citas o planes (a los malos también)
-El líder
nunca está callado, unas veces para ser, y las otras para evitar que alguien lo
sea.
- El líder
no acepta enfrentamientos; si osas hacerlo pasarás a ser su enemigo y
buscará la forma de dejarte cuestionado ante los demás.
-Normalmente
el líder nunca cederá a la puesta en marcha de plan alguno si no es iniciativa
suya, incluso tratará de destruirlo.
- El líder tratará
de que el número de sus liderados sea lo mayor posible, eso hará que normalmente
acepte a todo el mundo, le gusten o no.
El líder
sabe que como todo gobernante necesita crear una jerarquía, y desde su atalaya
decide el orden entre sus liderados.
Quizás ese orden ni tan siquiera lo decide él, incluso es un trabajo que los liderados le entregan terminado; entre
ellos ya decide cada uno hasta qué punto cede parte de sí mismo al líder y con
ello ganar un mayor escalafón hacia esa atalaya.
Ellos saben que tienen que renunciar a una
buena parte de su integridad para ser "el mejor amigo del líder”,
constantemente tienen que perder dignidad y orgullo para contentar y ofrecerle
siempre el protagonismo, “y si hay que llegar al derecho de pernada, pues se llega”, lacayos en definitiva, no amigos.
Pero el
verdadero problema no es la pérdida de autoestima que el liderado esté dispuesto a ceder con su actitud frente al líder, el
problema son los daños colaterales, el constante “menosprecio” del liderado a los demás, no
concediéndoles la misma relevancia que al líder, lo cual crea situaciones muy incómodas a quienes tienen amor propio y dignidad.
Es bastante
curioso esto, se ha podido comprobar que cuando no está la presencia del líder
en el grupo, el grupo lo pasa mejor, más distendido y todo el mundo tiene
oportunidad de hablar cómodamente, las risas son más naturales y se crea un
clima más auténticamente amistoso. ¿Por qué entonces desear tanto al líder?
(Pues esta es la pregunta del millón), será que al no tener vocación de liderado me es imposible entenderlo.
En fin, está cayendo en desuso la palabra de toda la vida, “PELOTAS”.