jueves, 29 de diciembre de 2011

La pirámide




Se cierra un inaceptable, represivo e incomprendido año, y todo se llena de ilusiones  para el próximo, de esperanzas, de esperanzas que tendrán que ser divinas, porque casi nadie se quiere dar cuenta de la realidad que se ha apoderado de nuestro sistema económico, no enfermo, ni accidentado, sino desgastado, caduco, en el pico de la pirámide, necesitado de una profunda reforma, de un cambio de mentalidad, cosas que ni políticos ni grandes controladores del capital están dispuestos a llevar a cabo, no, no porque ellos no lo pueden concebir de otra forma, ni permiten que los demás lo hagan.
 Pero un sistema que opta por apartar a cinco millones de trabajadores por no mover ficha en sus estructuras básicas, tanto laborales como económicas y esperar que el juego continúe sin ellos, es una misión imposible, sus consecuencias y agonía continuarán durante mucho tiempo, tanto como el que necesiten para cambiar su mentalidad. 
Su esperanza y utopía es aumentar la productividad para crear empleo, pero aumentar la producitivad solo es posible si existe una demanda de ella, y nuestra sociedad tiene una saturación general de mercado, no tendría sentido construir más edificios de viviendas, para que como tantos otros queden sin habitar, ¿o los construimos para que decoren la ciudad?, ya tenemos varios coches por familia, ¿acumulamos más como si de una colección de cromos se tratara?, ya tenemos varios televisores por las casas, ¿ponemos más?, claro que no, hay que olvidarse de utopías productivas y aceptar la realidad de que hemos llegado al mundo soñado donde trabajan las máquinas y se reduce la mano de obra, de tal manera que su única posibilidad es la redistribución del trabajo.
Pero sin duda tanto el nuevo gobierno de España, como los de Merkel, Sarkozy y demás, se seguirán estampado contra la pared, sin encontrar solución alguna, atrapados como un animal en una jaula, porque tampoco al sistema de moneda único le encuentran solución, en la mesa del juego siempre habrá jugadores que expolien a otros, y a continuación se les presta dinero para que sigan jugando y así ganarles más partidas, a continuación a los expoliadores se les viene el insalvable problema de que necesitan cobrar, y si no le siguen prestando no es posible, y si no les prestan tampoco podrán seguir en la mesa de juego para poder continuar expoliándolos, y si a los expoliados se les exige recortes para poder pagar su deuda, y los recortes llevan consigo el no poder jugar en la mesa, es decir, el de no comprar a estos países más competitivos para ahorrar; así que tampoco esto sirve a los expoliadores..................
Creo, que no solo España, Europa necesita un profundo cambio, un cambio que haga posible la unión y la moneda única, pero sin duda, eso no llegará de la mano de Merkel, ni de Sarkozy.
Feliz Navidad y mis deseos de un mejor 2012


martes, 4 de octubre de 2011

Unos días en Lisboa. Portugal



              Puente Vasco de Gama, ingeniería portuguesa  17 Km de longitud


De vuelta a España y llegando a la zona fronteriza, iba teniendo una extraña sensación, una sensación de tristeza, de mal augurio por España, realmente no me apetecía volver, algo que siempre me apeteció al regresar de otros países, quizás por la comodidad del idioma, de la moneda, de las costumbres, o posiblemente por un poco de todo.
 Pero esta vez ha sido distinto, las cosas en España han ido evolucionando de manera muy negativa en los últimos años, este país ha conseguido hacernos infelices a casi todos, generar en nosotros sentimientos de odio, mal humor, mal carácter, miedo, inseguridad, sensación de zozobra, ha puesto una distancia entre nosotros y nuestros placeres más naturales y primitivos.
He visto en Portugal una sociedad muy distinta a la que nos cuentan nuestros políticos, y de la que solo hablan cuando se tienen que referir a sus problemas económicos, como forma de hacernos pensar en lo bien que nosotros estamos; pero no es cierto, esos supuestos problemas no son peores que los nuestros, son situaciones financieras, que aunque tengan su repercusión en la calle, lo cierto es que su vida continua de manera normal, en apariencia nada ocurre allí. (Lisboa tiene un PIB, superior a la media europea)
Pero lo cierto es, que nuestros políticos y periodistas nada nos cuentan de su realidad, una realidad bien distinta de la española, una realidad que me ha sorprendido, donde puede sentirse perfectamente un nivel de civismo, educación, comportamiento, y un saber vivir sosegadamente cada momento, muy por encima de lo que sabemos hacer en España.

En los restaurantes no se han perdidos esos principio de la buena y generosa cocina que un día tuvimos aquí y se cambió absolutamente por la especulación y el negocio más feroz, algo que nos ha ido llevando a unas mesas donde ha bajado la calidad y la cantidad, como forma de máximos beneficios. Pienso que quien pone una mesa, cobra 40 euros y deja con hambre al comensal, alejándose de nuestros más básicos e históricos principios de honestidad, generosidad, sentimiento de anfitrión y orgullo, tanto de su casa como de su cocina,  más que un buen comerciante es un simple sinvergüenza sin escrúpulos, especie que se ha extendido con mucha fuerza por toda nuestra geografía.

Lisboa es una ciudad gigantesca, (casi 2.400.000 habitantes),pero radiante, bonita y bien distribuida urbanísticamente, con una considerable densidad de automoción, tanto de coches particulares como de su abultado y gran servicio de transportes públicos, donde se puede elegir, taxis, autobuses, metros, modernos tranvías, e incluso sus históricos y bien conservados tranvías de madera. Todo esto me recuerda a la sensación que hace muchos años me produjo el ver circular simultáneamente en Ámsterdam a todos estos tipos de vehículos sin problema alguno, sabiendo cada uno de ellos cuando debía o no de pasar, sabiendo cuando tenía o no que ceder el paso, incluyendo las bicicletas; en aquel momento pensé que todo eso solo era posible en lugares del norte de Europa, donde todo civismo se da por hecho, pero no, resulta que aquí en el sur también ocurre, ocurre en Lisboa, su tráfico rueda de manera fluida, y lo hace solo por el saber hacer, por saber comportarse, por saber cuando uno tiene que ceder o no, y por supuesto sin la presencia de marciales policías de tráfico, al menos yo no lo vi, no, en Lisboa todos parecen saber qué es lo que se debe hacer y lo hacen, si los pitos de los coches gastaran gasolina, habría que cerrar las petroleras; es increíble, una metrópolis tan grande, densa y silenciosa a la vez.

Los portugueses siguen siendo educados,(como lo fuimos nosotros),siguen siendo amables (como lo fuimos nosotros), siguen siendo respetuosos,(como lo fuimos nosotros), siguen siendo solidarios,(como lo fuimos nosotros), ¿qué ha pasado aquí?, ¿cómo nos han envenenado de esta manera?.

Nuestros políticos históricamente nos han puesto de espaldas a nuestros hermanos portugueses, ¿porqué?, personalmente reivindico una nueva y verdadera unión entre nosotros, y no me refiero a uniones imperialistas, sino a una unión de verdadera colaboración y complicidad en todo lo concerniente a la península ibérica, de nuestra historia, esa que alguien un día rompió, imperialismos e independentismos convergen en lo mismo, la sed de poder, !!si no puedo con todo, podré con una parte del todo, pero será mío!!. Sí, creo que esto fue como separar a dos hermanos recién nacidos.


domingo, 28 de agosto de 2011

El frutero y su furgoneta




 Hace algunos veranos, empezó a venir un hombre con su furgoneta hasta la entrada de mi edificio, la aparcaba junto a la valla de entrada, era un vendedor de frutas, muy mayor, con cara de haber llevado una vida muy castigada, serio, triste, decaído y con una voz muy apagada, él no tenía altavoz, ni usaba el pito de la furgoneta, ni nada que llamara la atención; humildemente y cansado, se sentaba en la acera, a la espera de que sus posibles clientas bajaran a comprarle alguna fruta, al no tener un horario exacto ni oficial, tenía que invertir mucho más tiempo del necesario en esa espera, y aun cuando ya había conseguido vender, se mantenía a la espera durante bastante tiempo, por si a alguien se le hizo tarde para bajar y no dejarlo desatendido, era evidente que no tenía prisa, su comercio era muy reducido y no necesitaba abarcar muchos sitios para vender.
Un día de los asignados para venir, llegó más tarde de lo habitual, pero mi ex pareja estuvo esperándolo, mirando de vez en cuando desde la terraza por si lo veía llegar. Cuando apareció, bajó a comprarle algo que necesitaba, ella era posiblemente su más fiel clienta, incluso le hacía publicidad a otras vecinas para que bajaran a comprarle; al llegar junto a él le preguntó porqué había llegado tan tarde, él le contestó que se le había roto su vieja furgoneta, y que había tenido que alquilar una, algo que le costaría más de lo que ganaría con esos pocos kilos de fruta que vendería, pero que no quería dejar a nadie esperándolo y no venir. 
Le comentó que posiblemente ese sería el último verano que vendría, porque ya no tenía edad para continuar, y además una furgoneta nueva no le sería rentable ni podría pagarla. A partir de ese día estuvo varias semanas sin venir, hasta que lo volvió a hacer, acabó comprando una furgoneta de segunda mano con la ayuda de un familiar.
El verano pasado volvió, lo vi desde lo alto de mi terraza, estaba sentado en la acera, solo, con la cabeza gacha, aspecto de desolación, esperando a que alguien bajara, con esa ya conocida imagen de tristeza, y pensé !qué pena!, mi ex pareja ya no bajará, ya no está, pero él no lo sabe, pensará que ya no quiere bajar, que ya no quiere sus frutas, o quizás que ahora las compra en otro sitio......
De pronto me surgió este importante problema y pensé, si me ve, sin duda creerá que ella ya no le quiere comprar, pero si tampoco me ve a mi, es posible que piense que ya no estamos aquí, que nos hemos ido a otro sitio a vivir, y eso no le puede hacer ningún daño más allá de una pequeña venta perdida. 


Desde el verano pasado no he permitido que me vea.

jueves, 25 de agosto de 2011

Paula y yo..............


Recuerdo un día, ya lejano, que le dije que podría negociar con ella cualquier cosa, excepto permitirle subir de paquete en las motos, (ya sabemos lo peligrosas que son), sobre todo en manos de los jóvenes.
Pero llegó un día que lo hizo y lo supe, así que la llamé por Teléfono para echarle una bronca monumental, con lo cual acabamos muy mal, y ella llorando.
Apenas pasaron unos minutos, cuando sonó mi Teléfono, sí, era su madre, para echarme una bronca mucho mayor que la que yo le eché a Paula, hasta tal punto llegó, que incluso me dijo que quien me creía que era yo para decirle a Paula si debía o no de subirse de paquete en las motos, lo cual me enfureció mucho, hasta tal punto que el asunto acabó con fuertes insultos. Creo que fue esa la última vez que hablé con su madre.
Pasado un tiempo, no demasiado largo, un día nos volvemos a encontrar Paula y yo, para salir juntos esa tarde, creo que fuimos al cine, y después cenamos en una terraza de la ciudad. De vuelta la acompañé dando un paseo, y al llegar allí, me pidió que bajara al garaje, pensé que querría que viera algún problema del coche de su madre, recuerdo que bajamos por la rampa, hasta quedarnos muy cerca del coche, se detiene y lo hago yo también, espero, se hace un silencio, que me hizo mirar a uno y otro lado, pero no veo nada extraño.
Pasados unos instantes, me mira y me dice, ¿no ves nada?, entonces vuelvo a mirar con más interés, y dirijo mi mirada a una Moto Yamaha, roja, de esas tipo carreras, junto al coche amarillo de su madre, tenía yo las manos metidas, al igual que Paula, en similares cazadoras, me mantengo en silencio durante un instante, hasta que decido girar la cabeza levemente, y de reojo miro a Paula, en ese momento me dirijo a ella, pero no de palabra, sino levantándole las cejas hacía la moto en forma de pregunta sobre si esa moto era suya, a lo que con un lento movimiento afirmativo de cabeza asentó que sí.
Semanas atrás, y a continuación de las broncas, su madre le compró la moto.
Me quedé callado, y entonces me dijo ella, en gesto vencedor: Me dijiste que no subiera de paquete en las motos, pero no que no pudiera conducirla yo.
Una vez más me mantuve en silencio, tratando de evitar cualquier manifestación de palabra o gesto emocional, pero pensé..... Esta es mi hija, !la madre que la parió!





lunes, 18 de julio de 2011

Silvie.





Hoy, mientras comía, algo que suelo hacer solo, y suele ser un buen momento de meditación para mi, me venían recuerdos del pasado, algo normal por otra parte, ya que nuestra vida está hecha fundamentalmente de nuestro pasado, el presente es un instante y el futuro solo una imaginación. 
Nuestro pasado empieza justo un instante antes de nuestro pensamiento presente, pero en el caso de hoy se alejaba a mis años de instituto, es decir, los años setenta.
 Esta vez mi recuerdo es un recuerdo muy concreto y especial, un recuerdo del que difícilmente alguien podría escribir más de una línea, sin embargo, para mi fue algo importante, puesto que nunca lo he olvidado, y siempre me ha acompañado; mi recuerdo es para Silvie, una niña francesa que me acompaño durante varios años en las clases de francés, aun la recuerdo, muy delgada, con su vestido minifaldero, propio de la época, su largo, lacio y oscuro cabello, con tan solo una onda en su parte final hacía el interior del cuello, también propio de la época, era alegre, divertida, capaz, solidaria, y su mejor amigo se llamaba Pierre, también francés, siempre iba junto a ella, juntos tenían sus continuadas aventuras y desventuras infantiles.
Silvie se convirtió en mi amiga inseparable, siempre la llevaba conmigo, aunque quizás ella nunca lo supo, creo que incluso me enamoré de ella, y quizás por eso nunca la he olvidado, de ahí mis frecuentes y nostálgicos recuerdos.
Pero no la he vuelto a ver, estará muy cambiada, ya tendrá cerca de cincuenta años, y me pregunto como será ahora, tampoco sabría como encontrarla de nuevo, perdí esos libros y ahora no se en que estantería de librería o baúl de recuerdos podría encontrarla, pero me gustaría volver a ver esas viñetas o estampaciones, con su cara, sonrisa y efectos dinámicos, mientras andaba, hablaba o corría alegremente por las páginas del libro de texto del Francés de los años setenta. 

martes, 7 de junio de 2011

Mi amigo Óscar


 Hacía ya algún tiempo que mi ilusión emocional era encontrarme con alguien en la vida que se convirtiera en parte de ella, un amor, una pasión, alguien capaz de mover mis cimientos, de generarme una nueva y gran ilusión.
Pues bien, hace apenas un par de días conocí a Óscar, llegó a mi casa dispuesto a todo, con tal de facilitarme la vida y ayudarme en todo lo necesario, para hacerme feliz sin apenas pedir algo a cambio.
Mi amiga Carolina, de la Parrillada Argentina de La Manga, me lo presentó, y me dijo que podía convivir con él unos días para ver qué tal se portaba, y si todo iba bien entre nosotros, podría hacerme con otro Óscar,  pero este ya para siempre, como un verdadero amor consagrado, alguien con quien compartir el resto de mi vida.
Lo vi como a un pequeño y extraño personaje, en principio no pensé que pudiéramos entendernos para nada, demasiado autosuficiente, diría yo. Sí, definitivamente no me parecía muy asequible ni cercano, pensé que más que vivir juntos, simplemente viviríamos cerca.
Estuvo aquí toda una tarde, no decía nada, pero yo de vez en cuando me giraba desde mi sillón del ordenador y lo miraba, trataba de pensar en cómo sería realmente este amante, y él no parecía inmutarse, dando un aspecto de mucha seguridad en si mismo, al tiempo que no parecía ser muy invasivo, que se conformaba con un pequeño espacio de la casa, pero eso sí, pequeño, pero como muy suyo, dispuesto a batirse a sable si fuera necesario por defenderlo.

 Pero el jodío no decía nada, ahí se mantenía, impasible el ademan. 
Por alguna razón que no se bien, decidí dejarlo ahí toda la noche, hasta el día siguiente, ya que no me parecía un buen momento para negociar nada con él, así que lo dejé alimentándose de algo que necesitaría al día siguiente, energía eléctrica.

Poco después de levantarme y desayunar, estaba sentado frente al ordenador, sin haber llegado aún a notar su presencia, miré hacia mi derecha y de pronto lo vi, tal cual se había quedado la noche antes, junto a su despensa de energía eléctrica, su propio cargador.

 Sí, es un pequeño monstruo de robot, capaz de limpiar el suelo él solito, así que le di al interruptor y salió en marcha, no sin antes ponerle un programa para que limpiara todas las estancias de la casa, en una hora que supuestamente tenía de carga eléctrica. Pues nada, ahí que va mi Óscar y comienza la tarea, pero de una manera que siempre me inquietó, es decir, sin decirme previamente como lo haría, sin una sola explicación, de esas que nos gusta que nos digan cuando nos van a hacer algo, un mínimo adelanto de su proyecto de limpieza. Pero bueno, lo cierto es que se pone en marcha, y claro, no puedo evitar  seguirlo con mi vista, me giro una y otra vez para observarlo, pero más que por ver su trabajo, pensando en que momento arremetería contra mis piernas, ya que estoy sentado en el butacón del ordenador; pero no, a los pocos minutos y rompiendo toda lógica, veo que toma cualquier dirección menos la de mis estimadas piernas, eso al menos me tranquiliza.

Van pasando los minutos y empieza a inquietarme de nuevo, no veo que siga un orden, lo veo pasar muy cerca de cosas que debería recoger, pero no lo hace, lo va dejando todo a medio, lo espero en la siguiente pasada y veo que tampoco lo hace, una y otra vez, por uno y otro lado, se vuelve a dejar esa suciedad, incluso se va y cambia de estancia, entra en otra habitación, en ese momento ya no puedo verlo, pero mi curiosidad, como entenderéis me levanta de mi butacón, en esa habitación empieza a hacer lo mismo, se va dejando cosas, empiezo a enfurecer con él, solo tengo instantes de relajación cuando se mete bajo la cama, al no verlo, me da la impresión de que podría estar haciendo bien su trabajo, son instantes de relajación, pero la felicidad dura poco y vuelve a salir, pasa por donde ya no es necesario, empiezo a enfurecer aun más, así que decido volver a mi butacón y tratar de olvidarlo, pero muy poco después vuelve cerca de mi, ¿recogerá lo que se dejo?, lo miro de reojo, y él parece darse cuenta, incluso parece tomarme el pelo, sobre todo con su cántico, ese yzass, yzass, de sus giros y ese buffffff, cuando sale en línea recta, y además lo hace con su intermitente luz azul, ! esa sí!, esa si que me toma el pelo, porque justo cuando le fijo la vista, él va y hace un rápido movimiento, como evitándome, echándole mucha cara dura y pasando de mí.
Pero por fin veo que lo que debió de recoger mucho antes, lo hace ahora, y eso si que es verdaderamente  trágico para mí y para lo de mi especie, que necesitamos llevar un orden, una lógica y unas matemáticas para hacer el trabajo o cualquier otra cosa, pero para él todo eso no existe, él no necesita la lógica humana, él es un puñetero robot y pasa de todo, es como un diablo sin control, y la verdad, no soporto lo que no controlo, habría preferido que no recogiera esa suciedad, todo habría sido más sencillo para mi, me habría limitado a menospreciarlo, sin que ello ni él interfirieran en mi vida.

Así que aceptando por un lado su aptitud para la limpieza, y mi trauma por ver como de manera tan ilógica lo hace, decido intentar no mirarlo y seguir con mis cosas, solo oyendo esos burlosos sonidos, a los que acabé acostumbrándome, ya que inesperadamente lo eché de menos, así que no se cuanto tiempo pasó hasta darme cuenta que me había dejado en paz.
Me quedo quieto, expectante, tenso, en guardia, ¿que le pasará?, afino el oído, pero no oigo nada, decido sigilosamente levantarme para buscarlo, a ver donde estaba y que había sido de él.....       Diossssssssssss, el muy cabrón se había quedado sin energía eléctrica y se fue solo a su sitio de carga, que está en el suelo, junto a una pared, por eso estaba callado, estaba tomándose su cerveza.
 !!!!! La madre que lo parió!!!!



martes, 19 de abril de 2011

Seis meses de visita médica









Seis meses, tiempo suficiente para tomar un barco y dar varias vueltas al mundo. Ese ha sido el tiempo empleado para simular el intento de corregir un problema de salud, el tiempo que me han tenido paseándome por los pasillos y salas de espera de los centros médicos, desde el base, hasta el gran hospital, y durante varias veces, (para cada prueba una nueva excursión). Todo esto para no llegar a ningún diagnóstico, como parece ser que suele ocurrir con bastante frecuencia, ya que lo importante en el sistema público de salud no es la solución del problema, sino el transcurrir de su búsqueda, eso es lo que mantiene y deja a todos los que en ese mundo trabajan, cumplidos con la ley y con el "servicio al ciudadano".
La historia comenzó como tantas otras, acudo a la médico en el centro de salud, una vez planteado el problema, ella lleva a cabo un decidido pero simple intento de solucionarlo, pero no fue suficiente, así que vuelvo a ella unas semanas después, es ahí cuando empieza a darse cuenta, de que o bien la puedo complicar demasiado, o bien que es algo que no está a su alcance, o quizás un poco de las dos cosas.
Así que decide que para que se va a complicar más; es decir, me deriva a un especialista, perdón, uno no, varios. Le pregunto en un tono de amistad y complicidad: ¿qué tal es el especialista?, ¿cómo lo ves?, y me responde fría y despreocupadamente que no lo conoce, es decir, ella no me envía a alguien en quien confía, o no confía, simplemente me manda al siguiente paso burocrático.

Pues bien, allí llego yo, con la esperanza de encontrarme con un buen médico sobrado de sentido común y capacidad de diagnóstico.
Pero el susodicho médico ni de lejos estaba por la labor. Empiezo por saludarlo, a lo que pone cara como de sorpresa, mirando de lado y con desgana, aun así, y cuando ya creía que no contestaría, alguna fuerza sacó de su cuerpo y me contestó. A continuación me pregunta que me pasa, pero de tal manera que parecía no querer saberlo, cosa que pocos minutos después pude comprobar. No le interesaban mis palabras, pronto noté que cualquiera que fuera el numero de ellas, tendría que decirlas rápido, puesto que como presentía y paso, en cualquier momento dejaría de permitirme hablar más, solo que esto ocurrió incluso antes de lo previsto por mí.

Se gira a su ordenador, yo pensando que estaría mirando en mi historia clínica, pero no, resulta que ya me estaba preparado la solicitud para una prueba invasiva de hospital. Intento preguntarle por ella y sus razones, y muy cargado de ellas, me responde que sin pruebas no puede diagnosticar nada. Me callo, soy positivo y pienso !vale!, te la traeré y ya no podrás mirar hacia otro lado, te pondré contra las cuerdas y tendrás que comprometerte. Jajaja, ¿comprometerse?, que ingenuidad la mía. Cuando volví,(después lo contaré), no sin ir primero a la cola de los volantes, esperar el día señalado, llegar al hospital, pagar el carísimo parking público (dentro del recinto hospitalario),y esperar hasta que a ellos les parezca bien atenderme. Pero por fin me toca, y empiezo a esperar que me pregunten para qué es la prueba, con la esperanza de que allí supieran algo más sobre ese problema, pero el tiempo va pasando y no me lo preguntan, y que no me lo preguntaron, pero ellos cumplieron con la ley y el servicio al ciudadano, la hicieron aunque no supieran para que.

Pasan unos días y vuelvo en la fecha indicada a ver a mi especialista que le cuesta saludar, esta vez, como decía antes, llevaba mis armas para atacar, llevaba mi gran prueba, súper carísima, de esas que justifican la alta cuota que pagamos a la seguridad social, me quedo en la sala de espera, con mi arma letal bajo el brazo, la que le obligaría a darme un diagnóstico, seguro de mi, seguro del triunfo en la entrevista con él. Me toca, se abre la puerta, y !sorpresa!, es otro especialista, ¡que decepción!, pero sin embargo, este si saluda y mira de frente, lo cual me da un rayo de luz y me lleva a pensar que quizás incluso podría salir ganando, así que el primer sentimiento de frustración de no ver al mismo y poder sacarle mi inexorable arma letal, paso a verlo de manera optimista,(por mí que no quede).
Pues este nuevo especialista me pregunta que quiero, como te preguntarían en la ferretería, y yo, con un considerable bulto de munición en forma de papeles y plástico radiológico bajo el brazo, paso a intentar contar desde el principio. Pero no, tampoco pude, mientras yo hablaba, él empezó a mirar el ordenador, tal y como si él fuera el enfermo, y os aseguro que yo en las manos no llevaba CDS, ni software ni nada de reparar ordenadores, solo papeles médicos que ellos me iban dando.
Así que este especialista me hace la misma jugada, tras dejar que le cuente un poco, me dice que necesita otras dos pruebas, yo incluso abogo discretamente por atenernos a los datos clínicos sin necesidad de más pruebas invasivas, pero no funcionó, este también debió pensar que mejor pasar la pelota a su siguiente colega, de manera que insiste en que sin pruebas nada es definitivo, así que asumo la nueva situación, y vuelta a empezar, la cola para la obtención de los papeles que te abren las puertas del hospital,etc, y nuevamente preparado para tres citas en distintos días y momentos. Al llegar a casa, ya tengo que empezar a colocar todos los papeles sobre la mesa del comedor y organizarlos por fechas, según toca cada prueba, más la de la fecha de volver a ver al nuevo especialista, que sería un mes después porque es lo que tardan en entregarle el informe de dicha prueba.

Unos días después, llego de nuevo al carísimo parking público dentro del recinto hospitalario, (en la calle no hay donde aparcar, siempre hubo porque está a las afueras de la ciudad, pero al construir el parking todo lo llenaron de grandes aceras y postes metálicos, para obligar en la medida de lo posible que tengas que entrar y pagar). Entro al lugar señalado, y entre mucha gente veo una mesa esperando a que llegue su ocupante, y pienso, mejor no hago nada, seguro que quien me tiene que dar el salvoconducto, es el que está en esa mesa. Pues sí, en poco minutos apareció, pero se me adelantan, el gran numero de generados pacientes por el sistema, rodea su mesa, y asumo que tendré que esperar para poder pedirle el salvoconducto; al fin veo mi hueco, me acerco lo miro y le muestro el papel, me lo coge, y me dice que lo primero que tengo que hacer es firmar, ¿firmar?, sí, por si pasa algo ser usted el responsable, así que nada, o firmo o no hay prueba, y el gasto del parking perdido. 
Le pregunto qué cuanto tendré que esperar, y me contesta que eso él no lo sabe,  yo insisto, le digo, solo orientativo, ¿minutos, horas?, y ya un tanto enfadado me vuelve a decir que eso él no lo sabe, en fin, a mi no me importaba esperar, solo saber si me daba tiempo para ir a la calle a tomar un café y echar un cigarro para amortiguar la espera.
Por fin me toca, entro, y casi sin mediar palabra me meten los hierros hasta mis entrañas, (lo pasé muy mal), pero tuve una ventaja, en este caso no esperé a que me preguntaran cual era mi dolencia, esta vez di por sentado que les daba igual, así que una frustración menos.
 Terminan de torturarme, y eso me hizo sentir el derecho de al menos preguntar que habían visto, me contestan, pero nada concreto, todo especulativo, como máximo variantes de la normalidad, (no se quisieron comprometer en la respuesta).

La siguiente prueba pero en distinto día, aun fue peor, es decir, no me la hicieron tras esperar dos o tres horas, me mandaron a una sala de espera, y dos horas después, al no cuadrarme el tanto tiempo de espera y ver como llegaba otra gente y se le atendía, me tuve que armar de valor y llamar a la puerta para preguntar, salió la enfermera, y me dice que ahí no me lo van a hacer, que se les rompió la maquina y están haciendo las pruebas en otro sitio, ante eso le dejo caer mi pregunta en forma de mirada, lo cual le obliga a salir de allí para ir a preguntar dónde está ese nuevo sitio, pero vuelve sin la información, así que me sugiere que vaya al lejano mostrador del principio a preguntar, vuelvo al mostrador en el que estuve dos horas antes, hago mi nueva cola y cuando me toca, le explico al celador la situación, me contesta que no sabe nada, me mantengo inmóvil, mirándolo a la cara, y acabo diciéndole que tendrá que informarse, se va, y al volver me dice que efectivamente se rompió uno de los aparatos y que se está haciendo en otro sitio, me lo indica, y me voy para allá,(esto ya va por casi tres horas de hospital). 
Llego a dicha sala de espera, al ser otra distinta ya había perdido mis derechos de turno de espera, así que a empezar de nuevo y a tramar algún estratégico plan de acceso, y cuando aparece una enfermera al abrir la puerta, le pregunto, pero justo en el momento sale el médico "jefe" de ahí, y en tono alterado me dice que no sabe cuando me atenderán, una vez más pido que al menos me den una aproximación del tiempo que tendré que esperar, pero me dice el pájaro con muy mal humor, que no lo sabe, pero que a lo largo del día me lo harían, ¡¡Joder!!, me pierdo el telediario, me quedo sin comer, pero no sin pagar la comida en forma de parking, por tanto le digo, por favor, deme mi papel que me voy,(porque derecho a mi papel si tenía, además lo traje yo en mi bolsillo),y él me contesta que con mucho gusto, me lo da y se gira rápidamente, como evitando que pudiera decir cualquier otra cosa.

Pues nada, al día siguiente me voy a una clínica privada, me la hacen, (me cuesta un huevo), pero me ahorro el parking, aquí todo quedó arreglado con el eurico del gorrilla, y solo media hora después me entregan el informe, (todo negativo), no ven nada. La verdad es que el gorrilla acabó saliendo más caro.
Pero claro, la cita con el especialista era un mes después, cuando se supone tendría el informe de esa prueba, pero yo ya lo tenía bajo el brazo, aquí con solo media hora fue suficiente para obtener dicho informe.
 ¿Llamo y digo que ya tengo la prueba, que me adelanten la cita?, no, ¿para qué?, mejor me espero, en ese momento ya empieza a darme todo igual.

Llegado el día me presento allí, preguntándome que especialista me encontraría esta vez, y la historia ya era muy larga para tener que contarla de nuevo y además resumida, y al ser más larga, pues más resumida aun. Entro, y en este caso me encuentro a un especialista en edad de jubilación, cansado y con cara de pocos amigos, pero este no miraba el ordenador, me extraño, y pensé, ¿será posible que este si se interese por mi salud?, mi gozo en un pozo, no miraba al ordenador porque no estaba encendido, está claro que este no llegó a la época de la informática. Decido tomar las riendas y cuando me pregunta a que he ido, le contesto que ya a nada, puesto que me habían hecho una serie de pruebas y nada importante habían encontrado, pero que estaba allí por cerrar el episodio, aun así, en el fondo tenía la esperanza de que se interesara y me preguntará, pero no, lo cierto es que le vino al pelo, nada tuvo que hacer, ni curiosidad alguna se despertó en él.
Me despedí y me largué pensado en dejarlo todo y aceptar mis deficiencias de salud.
Ha pasado casi un mes, y he recordado que hace seis meses le dije a mi médica del centro de salud que le llevaría todos los informes. Por fin volvería al punto de inicio, de convergencia, quizás en él encontraría el buscado rayo de luz, así que una vez más y sobre todo por cumplir mi parte, pido la cita, y a mi hora señalada voy a verla, no sin una pequeña esperanza de que mirara todo esto y realmente se interesara por ello.
 Espero casi una hora, (hoy llevaba retraso), y cuando entro me encuentro a una médica sustituta !Diosssss!! ¿Ahora qué?, pues directamente le digo, mira, traigo todo este montón de papeles y carísimas pruebas de hospital, pero no te preocupes, no te las voy a echar encima si solo estás haciendo hoy esta sustitución, ya volveré. 
(No, no voy a volver, ya pensaré que hago)). 

CUARENTA VIAJES, (gastando gasolina, de esa que hay que ahorrar yendo a 110 km/h) CUARENTA PRUEBAS, CUARENTA ESPERAS, CUARENTA PARKING CARÍSIMOS, Y AHORA A NADIE LE INTERESAN ESAS PRUEBAS.
PERO DICEN NUESTROS POLÍTICOS QUE TENEMOS LA MEJOR SANIDAD PÚBLICA DEL MUNDO. !!Menudo engañabobos!!
Y aun se atreven a denunciar que lo fumadores generan gasto sanitario ¡¡la madre que los parió!!!



martes, 29 de marzo de 2011

Votaré si me prometen............


Votaré, si me prometen  que se podrá fumar en espacios habilitados.

Votaré, si me prometen  que los límites de velocidad en autopista serán los adecuados.

Votaré, si me prometen  que no habrá más multas con cantidades económicas.

Votaré, si me prometen  que se harán los parking necesarios para todos los automóviles y por una pequeña cuota anual.

Votaré, si me prometen  que eliminaran todos los obstáculos puestos adrede para impedir el cómodo tráfico, (bordillos asesinos).

Votaré, si me prometen  que el ejército no se movilizará, salvo estrictamente para la defensa nacional.

Votaré, si me prometen  que quitarán de en medio a todos los delincuentes y no soltarlos de nuevo por la puerta de atrás.

Votaré, si me prometen  que las obras públicas saldrán a concurso y cualquier empresa podrá optar a ellas. (No solo las suyas o de sus amigos)

Votaré, si me prometen  que los sueldos de los ministros dejarán de ser vitalicios.

Votaré, si me prometen  que tanto televisiones como periódicos, dejarán de tener subvenciones, (dejen de manipularlos, y así mantener la censura)

Votaré, si me prometen  que los sindicatos dejarán de tener subvenciones, (son una herramienta del gobierno)

Votaré, si me prometen libertad de horarios.

Votaré, si me prometen que con mi cuota de seguridad social, me permiten elegir hospital y medico, incluso en privados.

Votaré, si me prometen que los puestos funcionarios dejarán de ser vitalicios, (son sus cimientos y defensa del poder)

Votaré  si me prometen un buen número de referéndum al año para la aprobación de leyes o determinaciones nacionales.

Es decir, lamentablemente seguiré sin votar.



lunes, 21 de marzo de 2011

Los gorrillas de la carretera




Todos nos hemos visto molestados por los gorrillas urbanos al intentar aparcar en la calle, cuando estos, de un modo un tanto chantajista, nos intentan cobrar algo por la supuesta vigilancia del coche. Sin embargo, tenemos al menos la arriesgada opción de no darles nada.
¿Pero, y a los gorrillas de la carretera, esos vestidos de verde?
Siempre desempeñaron ese papel saqueador, pero parece ser que ahora más que nunca. 
Durante estos primeros días de aplicar la limitación de velocidad a 110 km/h, ha habido un resultado inesperado, las multas han descendido vertiginosamente (se admite un 62%), los conductores ya están muy hartos de soportar esta sangría económica y recaudatoria en forma de multas y han decidido mantenerse a la velocidad impuesta. He estado viendo por mí mismo, durante mis constantes viajes,  como se ha ralentizado la velocidad de todos los coches, algo que nadie ha propagado que se haga. Esto me recuerda a lo que ocurrió hace unos años, cuando todo el mundo y sin mediar palabra sintió en lo más profundo de sí mismo que ya era hora de acabar con que los franceses volcaran más camiones españoles en la frontera... así que todos empezamos a mirar los códigos de barras de todos los productos para evitar comprar los de origen Francés, incluso tuvieron que quitarlos de las estanterías de los grandes supermercados (incluido el Carrefour, francés); funcionó, desde entonces no ha vuelto a pasar. Está claro que las autoridades francesas dejaron de permitir dichas acciones vandálicas.
Sí, al gobierno le ha salido el tiro por la culata con lo de reducir la velocidad para intentar poner más multas, sin embargo, su necesidad de recaudar sigue ahí, de tal manera que si no se pueden poner multas de radar, parece ser que ahora los gorrillas de la carretera tienen la consigna de multar por lo que sea... Hace tres días fui inocente víctima de ello, y según ya me han comentado, no sólo me ha pasado a mí;
El “modus operandi” fue el siguiente: Eran las tres de la tarde, ni un coche en todo lo largo y ancho de la autopista. Me acerqué lentamente (a 110 km/h) hasta llegar al coche de los gorrillas. Ya que él iría más despacio, lo rebasé lentamente y empecé a alejarme de ellos, unos dos minutos después y a unos 200 metros de ellos veo que aceleran , llegan hasta mí, me adelantan y me paran, y yo; ?????¿¿¿¿¿. Pues se bajan del coche... Uno de ellos, así con cara de haberlo rescatado de una era del campo, al que le habían puesto una gorra y colgado una pistola, se acerca a mí, me mira, así como sin saber qué decir, pero lo dice; me acusa de no haber puesto el intermitente para adelantarlo y de ir pisando la línea central de la autopista.
El intermitente lo puse para empezar el adelantamiento, pero ya sabemos cómo funciona su sistema automático; al girar nuevamente un poco el volante, este se desactiva, en cuanto a ir pisando la raya central, pues la verdad, puede que me acercara en algún momento a ella como consecuencia de las ráfagas laterales de viento, algo que a todos nos pasa y sin que tenga consecuencia alguna... salvo esta vez, que al gorrilla le pudo parecer un pretexto para saquearme 100 euros, y así lo hizo.
Se fue a su coche para redactar la multa y cuando volvió con ella le pregunté, así, perplejo, sin dar crédito de lo que estaba pasando, ¿pero de verdad me va a multar por esto?, y él contestó, así, de manera violenta: -“Y dé gracias que no le quito tres puntos y le meto una por imprudencia y temeraria.”...... A lo que yo, y por un mínimo de dignidad, le contesté; -“Bueno, eso habría que verlo en el juzgado.”, y él... -”No creo que tuviera yo muchos problemas en ganarle esto en juzgado, el 90% de los casos los he ganado.”
Sí, me callé, ya nada podía hacer, y menos discutir con quien no es posible ni hablar.
Pero ahora, y una vez más, me pregunto lo mismo: ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo vamos a permitir estos saqueos?, ¿hasta cuándo vamos a permitir estas humillaciones?, ¿en qué momento nos vamos a plantar?... Estoy esperando esa voz, seré el primero en hacerlo.

Véase este enlace:  http://www.multalia.com/Noticiasdelsector/Noticiasdelsector/tabid/72/smid/410/ArticleID/222/reftab/36/Default.aspx

jueves, 10 de marzo de 2011

Pobres Catalanes





ANTES LES PROHIBÍAN HABLAR EN CATALÁN Y AHORA LE PROHIBEN HABLAR EN ESPAÑOL.
¿DONDE ESTARÁ LA DIFERENCIA REPRESIVA?.

Me pregunto si poner los carteles de los comercios catalanes en otro idioma que no sea el español también tendrá multa.
Resulta curioso como los políticos para justificar su papel y supuestos ideales patrióticos, toman por bandera estas cosas, en el caso de mi apreciada Cataluña, tratando de hacerse pasar por más catalanistas que la propia Cataluña, que ni ella ni su verdadera historia y valores tienen culpa alguna de todas estas manipulaciones.
 
Tampoco es compresible una vez más, como se les puede permitir todo este tipo de represiones, manipulaciones, prohibiciones, etc., !porque digo yo!, que las libertades prometidas por unos u otros oportunistas políticos, deberían pasar porque cada uno pueda hablar "como le salga", eso sí sería libertad, el poder elegir;  pero no, resulta que ahora quien durante toda su vida tuvo el rótulo de su panadería en español es sancionado por ello, pero claro, quizás esto tenga gato encerrado y resulta que el pan está mucho más sabroso hecho tras un rótulo de panadería escrito en Catalán, (lo cual no quieren que se sepa....),  ¿estarán pensando en poder exportar el pan para toda España porque han descubierto esa extraordinaria, secreta y mágica formula compuesta de Rotucatalpan?.

domingo, 6 de marzo de 2011

Murcia Infrarrojas



Convento de la luz
Restaurante


 



Rontonda de Murcia


Playas de La Manga









Monasterio