Desde tiempos remotos nos hicieron creer que solo es posible una razón, lo cual siempre llevó al intento de la despiadada destrucción de la contraria, una veces por salvar el propio interés, otras, simplemente por no ver posible las dos a la vez. Pero sin duda, hay muchas razones que se dan de frente, y no por ello una es mayor que la otra.
Este es un caso muy cotidiano y provocador de muchas rupturas, entre amigos, familia, compañeros de trabajo, parejas, etc; es como una locomotora sin control que arrolla todo a su paso
Cualquier persona podría ceder a la razón del otro, siempre y cuando, este aceptara también la suya como válida.
Pero cuando egoísta y cruelmente se despoja al otro de la más mínima razón, desaparece la esperanza de un acuerdo. A veces, sería tan sencillo como un "lo siento", "quizás lleves razón", "no lo había visto desde esa cara", o simplemente decir, sí, llevas razón, pero por favor, hazlo de esta otra manera........Pero no, no se actúa así, simplemente se niega todo al otro y se culpa de todo al otro, con lo cual, la ruptura empieza a quedar asegurada.
La razón en términos matemáticos es algo muy preciso, tan solo puede ser un resultado numérico, pero la razón en el mundo de las emociones no es algo sencillo, más bien incluso no debería tener aplicación dicha palabra, y sí, ser sustituida por otra más moldeable y adaptable. Al no ser así, nos encontramos constantemente con la imposición de razones, razones que se nos venden como verdades absolutas, que parten del interés, creencia o necesidad del otro, pero que no son coincidentes con las nuestras, en las cuales a la vez, también creemos profundamente.
La razón no es un concepto universal, es la confirmación de que lo que se hace o se piensa es lo correcto, pero esa corrección puede ser para hacer el bien, para hacer el mal, para ser honesto o deshonesto, así nos encontraríamos con una buena o una mala razón; es decir, que la razón no lleva inherente lo justo o preciso.