martes, 19 de abril de 2011

Seis meses de visita médica









Seis meses, tiempo suficiente para tomar un barco y dar varias vueltas al mundo. Ese ha sido el tiempo empleado para simular el intento de corregir un problema de salud, el tiempo que me han tenido paseándome por los pasillos y salas de espera de los centros médicos, desde el base, hasta el gran hospital, y durante varias veces, (para cada prueba una nueva excursión). Todo esto para no llegar a ningún diagnóstico, como parece ser que suele ocurrir con bastante frecuencia, ya que lo importante en el sistema público de salud no es la solución del problema, sino el transcurrir de su búsqueda, eso es lo que mantiene y deja a todos los que en ese mundo trabajan, cumplidos con la ley y con el "servicio al ciudadano".
La historia comenzó como tantas otras, acudo a la médico en el centro de salud, una vez planteado el problema, ella lleva a cabo un decidido pero simple intento de solucionarlo, pero no fue suficiente, así que vuelvo a ella unas semanas después, es ahí cuando empieza a darse cuenta, de que o bien la puedo complicar demasiado, o bien que es algo que no está a su alcance, o quizás un poco de las dos cosas.
Así que decide que para que se va a complicar más; es decir, me deriva a un especialista, perdón, uno no, varios. Le pregunto en un tono de amistad y complicidad: ¿qué tal es el especialista?, ¿cómo lo ves?, y me responde fría y despreocupadamente que no lo conoce, es decir, ella no me envía a alguien en quien confía, o no confía, simplemente me manda al siguiente paso burocrático.

Pues bien, allí llego yo, con la esperanza de encontrarme con un buen médico sobrado de sentido común y capacidad de diagnóstico.
Pero el susodicho médico ni de lejos estaba por la labor. Empiezo por saludarlo, a lo que pone cara como de sorpresa, mirando de lado y con desgana, aun así, y cuando ya creía que no contestaría, alguna fuerza sacó de su cuerpo y me contestó. A continuación me pregunta que me pasa, pero de tal manera que parecía no querer saberlo, cosa que pocos minutos después pude comprobar. No le interesaban mis palabras, pronto noté que cualquiera que fuera el numero de ellas, tendría que decirlas rápido, puesto que como presentía y paso, en cualquier momento dejaría de permitirme hablar más, solo que esto ocurrió incluso antes de lo previsto por mí.

Se gira a su ordenador, yo pensando que estaría mirando en mi historia clínica, pero no, resulta que ya me estaba preparado la solicitud para una prueba invasiva de hospital. Intento preguntarle por ella y sus razones, y muy cargado de ellas, me responde que sin pruebas no puede diagnosticar nada. Me callo, soy positivo y pienso !vale!, te la traeré y ya no podrás mirar hacia otro lado, te pondré contra las cuerdas y tendrás que comprometerte. Jajaja, ¿comprometerse?, que ingenuidad la mía. Cuando volví,(después lo contaré), no sin ir primero a la cola de los volantes, esperar el día señalado, llegar al hospital, pagar el carísimo parking público (dentro del recinto hospitalario),y esperar hasta que a ellos les parezca bien atenderme. Pero por fin me toca, y empiezo a esperar que me pregunten para qué es la prueba, con la esperanza de que allí supieran algo más sobre ese problema, pero el tiempo va pasando y no me lo preguntan, y que no me lo preguntaron, pero ellos cumplieron con la ley y el servicio al ciudadano, la hicieron aunque no supieran para que.

Pasan unos días y vuelvo en la fecha indicada a ver a mi especialista que le cuesta saludar, esta vez, como decía antes, llevaba mis armas para atacar, llevaba mi gran prueba, súper carísima, de esas que justifican la alta cuota que pagamos a la seguridad social, me quedo en la sala de espera, con mi arma letal bajo el brazo, la que le obligaría a darme un diagnóstico, seguro de mi, seguro del triunfo en la entrevista con él. Me toca, se abre la puerta, y !sorpresa!, es otro especialista, ¡que decepción!, pero sin embargo, este si saluda y mira de frente, lo cual me da un rayo de luz y me lleva a pensar que quizás incluso podría salir ganando, así que el primer sentimiento de frustración de no ver al mismo y poder sacarle mi inexorable arma letal, paso a verlo de manera optimista,(por mí que no quede).
Pues este nuevo especialista me pregunta que quiero, como te preguntarían en la ferretería, y yo, con un considerable bulto de munición en forma de papeles y plástico radiológico bajo el brazo, paso a intentar contar desde el principio. Pero no, tampoco pude, mientras yo hablaba, él empezó a mirar el ordenador, tal y como si él fuera el enfermo, y os aseguro que yo en las manos no llevaba CDS, ni software ni nada de reparar ordenadores, solo papeles médicos que ellos me iban dando.
Así que este especialista me hace la misma jugada, tras dejar que le cuente un poco, me dice que necesita otras dos pruebas, yo incluso abogo discretamente por atenernos a los datos clínicos sin necesidad de más pruebas invasivas, pero no funcionó, este también debió pensar que mejor pasar la pelota a su siguiente colega, de manera que insiste en que sin pruebas nada es definitivo, así que asumo la nueva situación, y vuelta a empezar, la cola para la obtención de los papeles que te abren las puertas del hospital,etc, y nuevamente preparado para tres citas en distintos días y momentos. Al llegar a casa, ya tengo que empezar a colocar todos los papeles sobre la mesa del comedor y organizarlos por fechas, según toca cada prueba, más la de la fecha de volver a ver al nuevo especialista, que sería un mes después porque es lo que tardan en entregarle el informe de dicha prueba.

Unos días después, llego de nuevo al carísimo parking público dentro del recinto hospitalario, (en la calle no hay donde aparcar, siempre hubo porque está a las afueras de la ciudad, pero al construir el parking todo lo llenaron de grandes aceras y postes metálicos, para obligar en la medida de lo posible que tengas que entrar y pagar). Entro al lugar señalado, y entre mucha gente veo una mesa esperando a que llegue su ocupante, y pienso, mejor no hago nada, seguro que quien me tiene que dar el salvoconducto, es el que está en esa mesa. Pues sí, en poco minutos apareció, pero se me adelantan, el gran numero de generados pacientes por el sistema, rodea su mesa, y asumo que tendré que esperar para poder pedirle el salvoconducto; al fin veo mi hueco, me acerco lo miro y le muestro el papel, me lo coge, y me dice que lo primero que tengo que hacer es firmar, ¿firmar?, sí, por si pasa algo ser usted el responsable, así que nada, o firmo o no hay prueba, y el gasto del parking perdido. 
Le pregunto qué cuanto tendré que esperar, y me contesta que eso él no lo sabe,  yo insisto, le digo, solo orientativo, ¿minutos, horas?, y ya un tanto enfadado me vuelve a decir que eso él no lo sabe, en fin, a mi no me importaba esperar, solo saber si me daba tiempo para ir a la calle a tomar un café y echar un cigarro para amortiguar la espera.
Por fin me toca, entro, y casi sin mediar palabra me meten los hierros hasta mis entrañas, (lo pasé muy mal), pero tuve una ventaja, en este caso no esperé a que me preguntaran cual era mi dolencia, esta vez di por sentado que les daba igual, así que una frustración menos.
 Terminan de torturarme, y eso me hizo sentir el derecho de al menos preguntar que habían visto, me contestan, pero nada concreto, todo especulativo, como máximo variantes de la normalidad, (no se quisieron comprometer en la respuesta).

La siguiente prueba pero en distinto día, aun fue peor, es decir, no me la hicieron tras esperar dos o tres horas, me mandaron a una sala de espera, y dos horas después, al no cuadrarme el tanto tiempo de espera y ver como llegaba otra gente y se le atendía, me tuve que armar de valor y llamar a la puerta para preguntar, salió la enfermera, y me dice que ahí no me lo van a hacer, que se les rompió la maquina y están haciendo las pruebas en otro sitio, ante eso le dejo caer mi pregunta en forma de mirada, lo cual le obliga a salir de allí para ir a preguntar dónde está ese nuevo sitio, pero vuelve sin la información, así que me sugiere que vaya al lejano mostrador del principio a preguntar, vuelvo al mostrador en el que estuve dos horas antes, hago mi nueva cola y cuando me toca, le explico al celador la situación, me contesta que no sabe nada, me mantengo inmóvil, mirándolo a la cara, y acabo diciéndole que tendrá que informarse, se va, y al volver me dice que efectivamente se rompió uno de los aparatos y que se está haciendo en otro sitio, me lo indica, y me voy para allá,(esto ya va por casi tres horas de hospital). 
Llego a dicha sala de espera, al ser otra distinta ya había perdido mis derechos de turno de espera, así que a empezar de nuevo y a tramar algún estratégico plan de acceso, y cuando aparece una enfermera al abrir la puerta, le pregunto, pero justo en el momento sale el médico "jefe" de ahí, y en tono alterado me dice que no sabe cuando me atenderán, una vez más pido que al menos me den una aproximación del tiempo que tendré que esperar, pero me dice el pájaro con muy mal humor, que no lo sabe, pero que a lo largo del día me lo harían, ¡¡Joder!!, me pierdo el telediario, me quedo sin comer, pero no sin pagar la comida en forma de parking, por tanto le digo, por favor, deme mi papel que me voy,(porque derecho a mi papel si tenía, además lo traje yo en mi bolsillo),y él me contesta que con mucho gusto, me lo da y se gira rápidamente, como evitando que pudiera decir cualquier otra cosa.

Pues nada, al día siguiente me voy a una clínica privada, me la hacen, (me cuesta un huevo), pero me ahorro el parking, aquí todo quedó arreglado con el eurico del gorrilla, y solo media hora después me entregan el informe, (todo negativo), no ven nada. La verdad es que el gorrilla acabó saliendo más caro.
Pero claro, la cita con el especialista era un mes después, cuando se supone tendría el informe de esa prueba, pero yo ya lo tenía bajo el brazo, aquí con solo media hora fue suficiente para obtener dicho informe.
 ¿Llamo y digo que ya tengo la prueba, que me adelanten la cita?, no, ¿para qué?, mejor me espero, en ese momento ya empieza a darme todo igual.

Llegado el día me presento allí, preguntándome que especialista me encontraría esta vez, y la historia ya era muy larga para tener que contarla de nuevo y además resumida, y al ser más larga, pues más resumida aun. Entro, y en este caso me encuentro a un especialista en edad de jubilación, cansado y con cara de pocos amigos, pero este no miraba el ordenador, me extraño, y pensé, ¿será posible que este si se interese por mi salud?, mi gozo en un pozo, no miraba al ordenador porque no estaba encendido, está claro que este no llegó a la época de la informática. Decido tomar las riendas y cuando me pregunta a que he ido, le contesto que ya a nada, puesto que me habían hecho una serie de pruebas y nada importante habían encontrado, pero que estaba allí por cerrar el episodio, aun así, en el fondo tenía la esperanza de que se interesara y me preguntará, pero no, lo cierto es que le vino al pelo, nada tuvo que hacer, ni curiosidad alguna se despertó en él.
Me despedí y me largué pensado en dejarlo todo y aceptar mis deficiencias de salud.
Ha pasado casi un mes, y he recordado que hace seis meses le dije a mi médica del centro de salud que le llevaría todos los informes. Por fin volvería al punto de inicio, de convergencia, quizás en él encontraría el buscado rayo de luz, así que una vez más y sobre todo por cumplir mi parte, pido la cita, y a mi hora señalada voy a verla, no sin una pequeña esperanza de que mirara todo esto y realmente se interesara por ello.
 Espero casi una hora, (hoy llevaba retraso), y cuando entro me encuentro a una médica sustituta !Diosssss!! ¿Ahora qué?, pues directamente le digo, mira, traigo todo este montón de papeles y carísimas pruebas de hospital, pero no te preocupes, no te las voy a echar encima si solo estás haciendo hoy esta sustitución, ya volveré. 
(No, no voy a volver, ya pensaré que hago)). 

CUARENTA VIAJES, (gastando gasolina, de esa que hay que ahorrar yendo a 110 km/h) CUARENTA PRUEBAS, CUARENTA ESPERAS, CUARENTA PARKING CARÍSIMOS, Y AHORA A NADIE LE INTERESAN ESAS PRUEBAS.
PERO DICEN NUESTROS POLÍTICOS QUE TENEMOS LA MEJOR SANIDAD PÚBLICA DEL MUNDO. !!Menudo engañabobos!!
Y aun se atreven a denunciar que lo fumadores generan gasto sanitario ¡¡la madre que los parió!!!