jueves, 22 de marzo de 2012

Las Nínfulas




Hace ya años tuve la fortuna de conocer a una de las criaturas más fantásticas que Dios y la naturaleza nos puede regalar, una Nínfula.
Apareció en mi vida de la manera más natural e inesperada, había un motivo común que nos hacía vernos cada día, lo cual nos aportó una amistad inmediata, pero desde el primer momento sentí una fuerza magnética que alteraba todos mis sistemas, con ese deslumbrante brillo seductor, con cada palabra, cada movimiento perfectamente orquestado por la facultad de la naturaleza, cada mirada, dirigida hacia mí con la precisión de un rayo laser y hacia un único punto vital, desestimando cualquier otro periférico.
Rompió toda mi estabilidad, mis cimientos, quedé sometido a todos esos encantos que la naturaleza le había concedido de manera divina; sin duda fue una de las elegidas.
Una noche, al poco tiempo y de manera "casual", nos encontramos en un lugar donde fue posible el acercamiento íntimo, de inmediato sabíamos lo que pasaría, podía sentirlo con seguridad, invadía ese pequeño ambiente que había entre los dos.
 A los muy poco minutos de mantener unas palabras de alegría por nuestro "casual “encuentro, ella, sin dilaciones  y con total seguridad sobre sus intenciones, y aceptación por mi parte, me planteó un diseño para esa noche, es decir, una copa en un agradable lugar y después irnos juntos a su casa, donde pasaríamos la noche, ya que esa noche, "casualmente", tanto sus circunstancias como las mías  nos lo permitían.

Aquello, no duró más de tres cuantiosos y sublimes encuentros, del mismo modo que lo habría hecho  cualquier Ángel de la guarda, que tiene que continuar su camino para seguir visitando a otros necesitados, no pudiéndose mantener por más tiempo en el mismo lugar ni con la misma persona, empleando en ella solo en tiempo necesario, y con ello ampliar sus misiones de ayuda en la tierra.
 Posiblemente ella, por ser una Nínfula, ya en edad adulta,  sabía que no podía permanecer por más tiempo junto a mí, porque habría sido letal, como una sobredosis de cualquier potente fármaco.

Durante nuestros encuentros, que transcurrieron en no más de dos o tres semanas, viví unos días apoteósicos y perturbadores, al borde de perder la razón, sabía que sus encantos no solo podía verlos yo, ya que eran radiantes y luminosos; apareció en mi ese sentimiento agridulce que produce la mezcla del amor y los celos, sentía como me destrozaba cada minuto del día, como quien se ve abocado a soportar una tortura física que se hace interminable.
No entendí entonces, que una Ninfula, al igual que un Ángel de la guarda, no es propiedad ni objeto de nadie, sino un regalo divino, llegado del cosmos  con fines colectivos, alguien con la suficiente, o más bien, portentosa generosidad, como para repartirse de la mejor manera posible, ofreciendo a cada uno de sus necesitados lo mejor de ella misma.
Quizás ni tan siquiera era consciente de su influencia sobre mí, quizás ni de su gran poder, ya que era un poder natural, y no un poder aprendido, un poder que se ejerce sin proponérselo, no es un sistema aplicado con éxito con el cual sentirse triunfadora, simplemente era un poder concedido por Dios y traído a este mundo por ella, solo para premiar a algunos afortunados, (yo fui uno de ellos) por lo que doy gracias a esa fuerza divina. Nunca la olvidaré, nunca olvidaré aquellas noches de verano, bajo aquella tenue luz  y el lento movimiento de las grandes aspas de aquel ventilador, colgado sobre nuestros cuerpos, nunca olvidaré su generosidad para conmigo, esas cosas pasan y difícilmente se repiten, pero esta siempre permaneció y  permanecerá conmigo.   

viernes, 2 de marzo de 2012

El encuentro








Todos sabemos que hay un momento muy importante en nuestras vidas, el momento de pasar una entrevista de trabajo, incluso hay gente especializada que te prepara para ello, algo por lo que incluso estamos dispuestos a pagar.

Pero pocas veces no detenemos en darnos cuentas, que estas "entrevistas", las pasamos cada día, cada día se nos evalúa, se nos aprueba o se nos suspende; cuando se nos aprueba sentimos la felicidad, y si nos dan una nota alta, entonces sentimos la gloria, pero por lo general, ese examen diario es mucho más exigente que el de la entrevista de trabajo, generalmente, si se pasa, se pasa con la nota mínima, por eso tenemos tantos "conocidos", y tan poco buenos amigos.

A lo largo de la vida, hemos tenido muchos de estos suspensos, y en estos, ni tan siquiera te dan la opción del examen de septiembre, porque no existe un protocolo previsto para ello, aquí las decisiones son absolutistas, despiadadas, carentes de generosidad; se pasa, o no se pasa, sin derecho a explicación, somos unos verdaderos dictadores, y rozamos en la tiranía con quien no nos gusta.

Pero hay un escenario mucho más interesante dentro de este mecanismo selector, y del que pueden "saltar chispas", cuando el examen es mutuo y preparado el encuentro con antelación, entre dos personas que nunca antes se vieron. Es como estar en medio de un cuadrilátero, muy bien iluminado y definido, con unos focos muy potentes, donde nada se perderá de vista, cada movimiento será estudiado por el rival, cada mirada, cada pensamiento, cada palabra......Y como resultado, podría salir el más estrepitoso y doloroso de los resultados, acabando en caos, para uno o el otro, o quizás para los dos; pero también puede salir el mejor de los resultados, ¡el triunfo!, el más grande, ese que roza el cielo y las estrellas, y ese solo puede ser uno y solo uno, el que acaba compartido por los dos, ¡el hombre y la mujer!.